viernes, 20 de noviembre de 2009

Sonrisa efímera


En la torre de Tokio, lugar cercano al accidente, dos haces de luz descansaban sobre los hierros de la estructura, observando la catastrófica escena que mostraba la ciudad. Uno de los focos de luz flotantes se transformó en una hermosa chica menuda, de grandes ojos de un color rosa muy llamativo que resaltaban en una cara pequeña de rasgos suaves. Su larga melena color trigo caía en forma de cascada por su espada interrumpida por dos grandes alas formadas por blancas y resplandecientes plumas. Se envolvía en ellas mientras le decía, con orgullo, al otro haz de luz que se situaba cerca de ella:

-¿Alguna otra cosa?

-No, lo has hecho bastante bien, Rissuka, te tomaba por alguien más… débil-dijo la luz.

Rissuka sonrió aunque un poco herida porque la hubieran subestimado.

-Aún no me has mostrado tu forma-le recordó ella con la sonrisa en el rostro dejando al viento mecer su suave pelo.

-Cierto… dentro de poco-dijo la luz en tono burlón.

-¿Sabes qué?-preguntó Rissuka mirando a la luz sonriendo-.Creo que eres un ángel menor que se está riendo de mi porque estoy haciendo sus deberes.

-Piensa lo que quieras-contestó secamente la luz.

-Eso haré-dijo Rissuka mirando los últimos rayos de sol.


Rissuka era muy orgullosa, le encantaba su trabajo pero últimamente sus encargos eran muy sangrientos, aquel ángel no le había mandado ninguna muerte natural, ni durmiendo… y aquello le resultaba raro. Ella era un ángel joven, una retráctil encargada de causar la muerte a los humanos, animales y plantas. Cada vez que tenía un encargo se planteaba en qué pequeño, menudo o gigantesco cuerpo se introduciría: ¿un colibrí, una ardilla, una amapola, quizás?


Su trabajo era importante y ella lo sabía por eso se aseguraba de cumplir los encargos tal y como los dictaban los buscadores, los encargados de apuntar a que seres vivos les llegaba el final de su vida y cómo sucedería.


Rissuka sintió como si tirasen de ella, la estaban llamando, así era como los ángeles se hacían nombrar entre ellos hasta la Ciudad Celestial cuando surgía una urgencia. La llamada era de un ángel superior… ¿Un ángel superior?

Rissuka se dejó llevar por la llamada del consejo un tanto sorprendida, mientras se envolvía en sus grandes alas y la luz cegadora la rodeó, transportándola a la Ciudad Celestial o la Ciudad de las Nubes, desapareciendo lentamente de la torre de Tokio.El otro haz de luz se quedó flotando cerca de uno de los hierros y susurró:

-Pronto nos volveremos a ver, Rissuka Fleetylight.

Tras decir estas palabras él, también desapareció de la torre de Tokio, dejando la estructura sola y sumida en la oscuridad de la ciudad.