lunes, 21 de diciembre de 2009

Todo pasa como un soplo de viento



Cuando salió del hospital Jesse la llevó en silla de ruedas ya que el doctor Thompson decía que aún estaba muy débil, pero cuando Rissuka tenía ocasión se levantaba de la silla y jugaba con Sophie.


Riss había descubierto que Sophie era una niña encantadora y solamente tenía siete años, pero la quería mucho. Siempre pedía un cuento a Summer antes de ir a dormir y esta le contaba cosas de su vida como ángel.
-Había una vez una angelita de pelo rubio y ojos rosas-dijo sonriendo, ya que el color favorito de Sophie era el rosa, mientras la arropaba-. Era muy buena, se llamaba Rissuka Fleetylight y tenía un amigo que se llamaba Scarlight que era muy guapo y un buen amigo. El trabajo de Scar era proteger a todos los niñitos pequeños que no están preparados para morir y los salva-narró dándole un beso en la frente a Sophie y sentándose en el filo de la cama-. Pero este ángel aún no ha encontrado a ninguna personita a la que cuidar. Porque un ángel como él solo puede cuidar a una persona-dijo mostrando un uno con los dedos- y entonces…- Rissuka comenzó a sentir sueño y se dio cuenta de que Sophie se había dormido, y allí estaba Jesse listo para llevar a Summer a su cama.
Jesse se le acercó a ella y la cogió en brazos. Rissuka le replicó:
-Sé andar.
-Ya pero no me fío de ti no vaya a ser que te caigas.
Rissuka fruncía los labios y se dejaba arropar en su cama, y así había ocurrido durante las dos primeras semanas… Rissuka aprendía que era un sueño, tranquilo y sin preocupaciones, pero a cada día que pasaba sentía que se olvidaba de algo… y lo peor no era eso, sino que no sabía de que se olvidaba.

Las amigas de Summer acudían a su casa todas las tardes, sin excepción estaban allí desde las cuatro de la tarde hasta las once de la noche. Rissuka se lo pasaba muy bien con ellas. Veían películas, leían revistas, recortaban fotos o informaban de los cotilleos del verano a Summer, y en más de una ocasión la acompañaron a rehabilitación.

Rissuka odiaba ir al hospital para que el doctor Thompson la “enseñara” a caminar, pero en realidad sabía que le ayudaba bastante. A la semana de salir del hospital ya no iba en la silla de ruedas, aunque no la había utilizado casi, y aquella tarde un catorce de agosto salieron a dar una vuelta, claro está con Daniel y Jesse, enviados por los padres de Summer, ya que estos pensaban que podría ocurrirle algo, pero mientras fuesen los dos chicos se sentían tranquilos.

Todos ellos vivían cerca de Times Square, en la Séptima Avenida, sus familias, por lo que pudo comprobar Rissuka, poseían bastante dinero pero no iban presumiendo de ello. También descubrió que el lugar donde vivían era Manhattan que a su vez estaba en Nueva York.

Aquella tarde se sentaron en una heladería de Times Square y tomaron un batido, ya que, por lo que parecía, a Summer le gustaban mucho los batidos de fresa de aquella heladería. Cuando sorbió por la pajita y el batido llegó a sus labios sus ojos se iluminaron y dijo sorprendida:
-¡Está rico!
Jesse y los demás la miraron con cara de : “ Summer claro que para ti está rico, es tu batido preferido”, pero decidieron callarse, la única que dijo algo fue Izzy:
-Has echado demasiado de menos los batidos Shinny-se rió.
Rissuka simplemente te limitó a sonreír y continuar bebiendo, de veras eso de los batidos le había gustado, igual que los yogures de limón… Se había obsesionado.

Que la llamaran Shinny ya se le había hecho habitual, había conseguido aceptar el nombre de Summer como el suyo propio, se había propuesto no olvidarse del suyo, el original. Pero a cada día que pasaba esto se le hacía más y más difícil pues no lo sabía nadie, solo lo recordaba cuando le contaba historias a Sophie.